Hace una semana más o menos recibí este mail:

"Publicista y periodista a veces olvidan su pasión por escribir. Y lo peor, se olvidan de ejercitar el arte de la escritura al tiempo que ceden a las rutinas del quehacer diario. Blogs, notas de prensa, artículos periodísticos y entradillas para webs inmobiliarias suplen el lugar de los poemas y los microrelatos, de las historias inventadas y los sueños invertidos. Cierto, la publicista todavía encuentra un hueco para descarrilar su imaginación, pero la periodista se corta las alas y se hace el harakiri literario cada mañana al despertar".

El asunto: Un reto. Es la proposición de una escritora a una aspirante de ello para, cada semana, participar en el concurso literario de microrelatos de Cadena Ser. Para que ni la una ni la otra, nos olvidemos de que, trabajemos en lo que trabajemos, somos lo que somos irremediablemente. Este es el primero de los relatos:

Preguntas sin respuesta

"Si no tuvo usted infancia, oposite para registrador" me suelta, como si yo no tuviera nada mejor que hacer... Ay, espera un momento Mari, que llaman a la puerta. Y de repente se hizo el silencio. Un instante vacío roto por una sucesión infinita de preguntas que no tenían respuesta. Una tras otra, se formulaban al aire y en él se perdían, porque la persona que había entrado en casa no las iba a poder contestar. Era imposible no hacerlas, después de tanto tiempo esperando. Pero ella no sabía que la sola presencia de esa persona, ya las contestaba todas.