Los Delinqüentes con Migue a la cabeza... para un lunes soleado, rumbero, garrapatero y de buen humor...
Hace ya más de una semana que tuve la oportunidad de asistir al primer rodaje de un spot. Para los que nos dedicamos a esto es una gran ocasión y aunque es muy cansado y a veces aburrido, es como una recompensa para un creativo. Sobre todo cuando la idea de ese spot es tuya... ves como todo lo que tu cabeza ha estado pensado (con la ayuda de realizadores, productora, cuentas, artes...) empieza a tomar forma y plano a plano vas viendo cómo se va componiendo esa pequeña historia que tu has inventado.

8:00 - Desayuno. Prueba de vestuario y un frío que corta.
9:00 - Inicio de Rodaje.
10:00 - Almuerzo y continuamos con rodaje.
13.00 - Aperitivo. Cambiamos de localización.
15:00 - Comida. Continuamos rodaje.
18:00 - Merienda. Empieza a hacerse de noche y los niños están cansados.
20:00 - Bunyols de pascua. Fin teórico de rodaje pero las manos de la niña están llenas de heridas...
22:00 - Fin de rodaje.

Al día siguiente me dolían todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo pero un sentimiento de satisfacción enorme.
Porque por fin es viernes y esta canción me hace sonreír. Porque este finde actúan en el Liceo de Barcelona...



Wa Yeah!


Quiero un amor que cubra con teja de caños esta herida abierta, un amor compadre y jaranero, que me abra los ojos y cierre para siempre aquella puerta.

Si te vienes conmigo, si te vienes conmigo pararemos a la vera del camino, para ver los árboles vestirse de hojas. Si te vienes conmigo, volaremos confundidos entre jilgueros y rosas.

Quiero un amor que cubra con teja de cañón esta descubierta, un amor perdido y dominguero, que me abra los ojos y cierre para siempre aquella puerta.

Si te vienes conmigo, si te vienes conmigo pararemos a la vera del camino, para ver los árboles vestirse de hojas. Si te vienes conmigo, volaremos confundidos entre jilgueros y rosas.

Si te vienes conmigo, si te vienes conmigo partiremos sin destino hacia algún lugar perdido, seremos acratas de bajo consumo.

Devoradores de libros de bolsillo, literalmente, la rosca desgastada del beso de tornillo. Instalados en un tiempo variable, por hablar, no hablaremos más.

Viviremos pletóricos en cincuenta metros cuadrados, hipotecados o realquilados. O mejor, saltando, el que pudiendo quisiera, en zig-zag.

Inmoderados o moderados, o inmoderadamente moderados. O moderadamente inmoderados, o inmoderadamente inmoderados.

Manolo García
Dentro de mi urna musical, paseo por las calles de Barcelona. El cielo es muy gris y las nubes están tan bajas que parece que las gotas de lluvia nos envuelvan sin llegar a rozar el suelo. Hace muchos meses que empezó este triste y frío, extraño e inusual invierno. El sol lucha con intensos esfuerzos por hacerse ver, por colarse entre las grietas pero, vencido una vez más por las nubes, se refugia detrás de ellas. A veces pienso que ellas, este inverno han podido con todos. Camino casi levitando, dejándome llevar por la inercia sin sentir casi el suelo bajo mis pies. Dentro de esta cárcel rosa que siempre llevo conmigo y me tiene atrapada, bailo al ritmo de las notas que resuenan a todo volumen en mis oídos... y me fijo en las caras de la gente. No puedo oír lo que dicen, ero la expresión de sus caras, sus manos, su manera de caminar...me lo dicen todo. Observo también las personas que les acompañan, la actitud que tienen las unas frente a las otras: si les escuchan o no, si no pueden hablar o no quieren, si están de acuero, difieren... Miro las personas que, delante de un escaparate, dejan volar sus sueños. Su imaginación les lleva allá donde quiera que sea pero siempre con eso que está tras el cristal. Se imaginan vestidas de novias; paseando con esos zapatos cual Cenicienta; ese sofá quedaría precioso en nuestro piso; ese trenecito es idéntico al de mi infancia; ¿Le gustará ese anillo? Y durante ese breve instante, la vida y el mundo se detienen. El universo deja de funcionar por un momento para que ellos puedan ser felices al menos, en ese breve espacio de tiempo tras del cistal.
1 país
2 ciudades
3 personas
4 ojos
5 noches
6 días
7 pinchos
8 birras
9 horas
10 veces...


Porque puedo volver a escuchar esta canción sin que se me salten las lágrimas y porque hoy empieza el viaje por el País Vasco que llevamos meses preparando y esperando... porque no hemos dejado pasar la oportunidad, porque no tenemos nada de que arrepentirnos, porque no nos hemos dejado pasar...


Ken Lee_Bulgarian Idol
Ayer, paseando por el solete a Gos e intentando que mi piel pillara algo de color, me di cuenta que en los arbolitos del paseo ya están empezando a salir pequeñas hojitas de un color muy verde precioso. Son pequeñitos brotes que se dejan ver entre las ramas grises, secas y tristes de los árboles dormidos por el frío invierno. Una sensación de inmensa alegría me invadió todo el cuerpo y una sonrisa se dejó ver en mi cara. Así es como en la mayoría de los sitios, nos damos cuenta de que ha llegado la primavera. En la mayoría, menos en Valencia.

En mi ciudad, se sabe que ha llegado la primavera por el olor, por el olor a pólvora. Estos días Valencia es un auténtico hervidero de gente, música, calor y color. Los coches desaparecen y la gente invade las calles (muchos entenderéis ahora mi manía por caminar por en medio de la calle) y el sol lo ilumina todo. Todo tiene otro color... no hay nada mejor como levantarse (o no...) y desayunar buñuelos de calabaza con gafas de sol y voz ronca (o sin voz). Y con poca ropa te vas para el centro a ver alguna falla y a las 14:00 en punto, la Mascletá en la Plaza del Ayuntamiento. No existe una sensación igual en el mundo como escuchar una mascletá. Te retumba todo el cuerpo y en el pecho se te pone un nudo que no se deshace hasta que no termina el ensordecedor ruido. Y ese olor... es un olor que sólo a los que lo hemos vivido tan de cerca nos apasiona. Cuando era pequeña, la mascletá de la falla de mi calle la hacían delante de mi casa y abríamos las ventanas para que entrara el humo... sí lo se, un poco freak pero hay que vivirlo. Durante el día la gente está alegre y caminamos durante horas casi sin notarlo. Dicen que los valencianos tenemos la extraña manía de ir a todas partes caminado... detrás de cualquier esquina te puedes encontrar una calle cortada por una falla o un pasacalles... la música es la de las bandas y charangas que van tocando alegremente mientras las falleras y falleros desfilan con sus trajes regionales. Y por la noche más o menos lo mismo. Botellones en cualquier parque o portal, verbenas, paellas en medio de la calle hechas a leña para el resopón, conciertos y fiestas por cualquier parte... y al día siguiente lo mismo: gafas de sol, blusón, pañuelo, buñuelos y ale, a correr!!

Hace dos años que no voy para Fallas y sólo lo he echado de menos cuando he notado que aquí, nunca huele a pólvora


Aunque hoy haya hecho un día un poco malo, ha sido un día genial. La semana que viene daremos la bienvenida a la esperada Primavera. Y ésta, será trompetera...
... sabe mirarme a los ojos y darme las gracias sin decir nada. Ayer tuvimos una cenita de hermanas que hacía tiempo que teníamos pendiente. No fue todo lo glamurosa que nos esperábamos (ni chillout ni jabugos ni nada parecido) pero la compañía era lo importante. Un bar cutre de tapas nos acogió para mantener conversaciones interesantes sobre la vida y el amor; sobre los sueños y el miedo; el pasado y el futuro. Sobre todo y sobre nada... porque sólo ella me hace reír de esa manera que hasta te duele y porque siempre tenemos cosas interesantes que contarnos. Después de cenar nos sorprendimos en un bar que los jueves hacen acústicos y allí, con unas cervecitas, decidí que mientras las dos vivamos en Barcelona, los jueves serán nuestros. En unos meses, nuestras vidas cambiarán mucho y estaremos muy lejos, una vez más, la una de la otra. Pero para nosotras las distancias nunca han sido un impedimento. Tal vez recuperemos nuestra preciosa costumbre de escribirnos cartas por correspondencia tradicional (escribiendo hasta en los manteles de los bares o en las servilletas de papel) o nos apuntemos al carro de las nuevas tecnologías y escribirnos mails o hacernos videollamadas... en cualquier caso, nada podrá con nosotras y por muy lejos que estemos la una de la otra, seguiremos tan unidas como siempre. Como siempre lo hemos estado... mi hermana y mi mejor amiga. Mi guardiana y protectora. Camina despacito, pero no te detengas...


Os imagináis empezar así el día?...
Esta es una de las piezas realizadas por los alumnos de la Miami Ad School... me encanta! Para los creativos interesados www.miamiadschool.com


Quiero sol
Quiero calorcito
Quiero paellas en la playa
Quiero oler a sal
Quiero terracitas con helados
Quiero paseos por la noche
Quiero falditas y tirantes
Quiero pies descalzos
Quiero fiestas en la playa
Quiero claritas
Quiero chiringuitos
Quiero piel morenita
Quiero brisa fresca por la mañana
Quiero...


Es que no hay droga más dura
que el amor sin medida
es que no hay droga más dura
que el roce de tu piel
Es que no hay nada mejor que tener tu sabor
corriendo por mis venas
nada mejor...
que el roce de tu piel.


El domingo 9 de marzo, además de elecciones, fue el cumpleaños de dos buenos amigos. Buenísimos. Marta y Juan. Los conocí más o menos el mismo día cuando empezabamos la universidad. Y lo que le sigue a ese momento... Felicidades por estas 25 primaveras(aunque sea de forma atrasada). Muchas gracias por todo, por los consejos que siempre vienen bien, por las fiestas y por acogerme siempre, en vuestras casas y corazones. Espero poder veros pronto y si es juntos y en la misma ciudad... mucho mejor!!
... simplemente porque ha sido como si fuera uno más. Este fín de semana (en realidad desde le lunes) ha estado mi pequeño en Barcelona, en su tierra. Y nos ha sentado de maravilla. Como muchas veces, el fin de semana empezó en jueves, con un pequeño concierto a medias de "Ruido Blanco" en el rabal. Yo lo pillé a medias pero me encantó: gente joven, buenas voces, buena música, buenas letras, buenas compañías... y después La Ovella que como siempre estaba "hasta la bandera". Allí nos encontramos con una chilena que hablaba (mucho, por cierto...) catalán mejor que muchos españoles que llevan en Catalunya toda la vida y un argentino de negocios muy pecualiar. Después, todavía era pronto y nos dirigimos hacia Les Enfants donde no entramos porque no nos dio la gana... y por la pérdida de unos pendientes muy importantes para mí. Después de un quesiqueno y muertos de sueño, dos táxis nos llevaron a dos mundos bien distintos. Cada uno a la parcela de su Barcelona, una ciudad entera por medio... Viernes trabajo, muerta de sueño pero poca cosa que hacer. Por la tarde, fumada de la pipa de la paz con frutos del bosque con dos buenos amigos y pa casa. Unos patés, unos quesitos, gulas, pinchos, torradas, vino, Drácula, música, mis primeras notas, conversaciones sobre lo terrenal y lo divino y mucho amor. El sábado nos despertamos pronto, desayuno en una terracita con dos periódicos y con necesidad de mar. Cruzamos Barcelona, palestina para el cuello y a la Barceloneta. Pescadito frito, gafas de sol rojas, vinito fresco y para Las Ramblas. Michael Jackson, senyera en la muñeca y Gótico. Adquisición de una preciosa cazadora de piel y encuentro con una parejita recién salida del horno a la que le deseo todo lo mejor. Reencuentro con el cantar de la tierra que me vio crecer, Sant Felip Neri y pa las zonas altas de nuevo. Mítico Tomás y música, música y más música y esta mañana gris de domingo, a cumplir con nuestras obligaciones como ciudadanos después del último café con leche de esos que están de muerte. Porque ya se sabe, no es lo mismo café con leche que café contigo... y una vez más, todo vuelve a ser como siempre.

Supongo que para mucha gente, lo que acabo de explicar no tiene mucho de especial, pero es que para mi sí lo tiene y mucho. No todos los fines de semana pueden ser como este y es especial porque nosotros lo hacemos así.

Nos vemos en Bilbo pequeño...
Una de las profesiones más bonitas, bajo mi punto de vista claro, es la mía. Los que nos dedicamos a la creatividad sabemos (la mayoría) que nunca salvaremos vidas (directamente), apagaremos incendios, construiremos puentes ni haremos más ricos a los países pobres. Pero nos gusta pensar que hay gente que disfruta con las pequeñas historias que contamos por la tele o por radio y que tal vez, dando a conocer algunos productos, lugares, ideas… podemos hacer felices a algunas personas. Pero bueno, también sabemos que muchos (la mayoría) nos odian por ser los que interrumpimos las pelis en los momentos más interesantes, los que hacemos que los capítulos de las series favoritas sean interminables, que prometamos cosas que después no se cumplen, blablabla… Considero que mi trabajo es muy divertido, disfruto con él y aunque, mucha gente piense que es fácil y consista en estar todo el día mirando el techo, no es así. Está claro que no estamos en una mina, o de sol a sol pateando calles, o conduciendo millones de km… pero requiere su esfuerzo y, sólo de vez en cuando, nos gusta ser recompensados. Sobre todo por aquellos que nos pagan y para los que trabajamos.
Toda esta oda a mi profesión viene porque el otro día viví en mis propias carnes, mi primera frustración creativa gracias a uno de nuestros clientes más importantes (omito el nombre para no herir posibles susceptibilidades). Te tiras una semana (en el mejor de los casos) pensando tres opciones de spot para una marca de alimentación. Y evidentemente, como creativa, intento evitar tópicos y salir de lo corriente, cumplir los objetivos pero intentando, como el nombre de mi trabajo implica, ser creativa… vas trabajando y te das contra la pared al ver que, de 20” de un anuncio, nosotros sólo podemos “decidir” 5” (y después dicen que los publicitarios decimos mentiras…). En fin, eres consciente y asumes que quién manda es el cliente y que son las reglas de este juego. Trabajas en ese cachito de tiempo para construir una historia que venda, que sea divertida, que emocione, que elogie el producto, que lo eleve y que el público se sienta identificado… y lo consigues! Tal vez no es lo que tu hubieras hecho idealmente, pero te convence y de hecho, no dejas de trabajar hasta que es así. Con toda tu ilusión (porque si algo tiene este trabajo, es que ilusiona) vas al cliente que te ha pedido que hagas todo eso a presentarle tu trabajo (que mucho tiempo y esfuerzo te ha costado). Y él, tras tu exposición e intentona por convencerle de que nadie lo propondrá nada mejor, te mira y cruzas los dedos para no escuchar lo que, evidentemente, acabarás escuchando. NO hace falta que seas tan creativ@, ni que pierdas el tiempo en buscar nuevas vías de comunicación, ni innovar, ni de decir lo mismo que siempre de otra manera… porque no sirve de nada. Porque nadie más que Nosotros conoce esta marca y es mejor que nos ciñamos a lo que SIEMPRE HEMOS HECHO. Mejor así.
Aún así me encanta mi trabajo y espero que me siga apasionando como hasta ahora, durante muchos años. Y eso sí, espero no perder nunca la capacidad para seguir presentando trabajos creativos. El día que me conforme con presentar lo que SIEMPRE HEMOS HECHO, cerraré la paraeta y me dedicaré a cualquier otra cosa.
Este corto es el ganador de un concurso de cortos de notodofilmfest.com... me parece super divertido...
Cada día el mismo autobús, el número 34. Cada día a la misma hora, en la misma parada, la misma gente espera el mismo autobús. Todos, callados, medio dormidos y pensando en nuestras cosas, encerrados en nuestro mundo. Desconocidos que cada día se encuentran en el mismo lugar, a la misma hora, para ir a trabajar... Para mi, os parecerá ridículo, pero el bus número 34 es especial, porque me ha llevado y me lleva a muchas partes... y con él, cada día recorro prácticamente toda Barcelona. Desde Sant Andreu hasta Sarrià. Empieza con el Hipercor (sí, el de la bomba) y sigue por la Sagrera (sí, la del Ave). Después calle Mallorca, con la Sagrada Familia a la derecha y bares, zapaterías, más bares, tiendas...y la Diagonal. Desde Psg de San Joan, pasando por la Casa de les Punxes, Paseo de Gracia, La Dama y las tiendas más exclusivas de Barcelona. Después, la locura de "maricón el último" de Francesc Macià y otra vez la Diagonal y Avenida de Sarrià. Y allí me bajo junto con otra chica que también se sube y baja en las mismas paradas que yo. Casi tres cuartos de hora de música, de observar a la gente de dentro y de fuera del autobús, de escuchar conversaciones, de imaginar situaciones e historias de la que pasa por la calle. Escribo algo, me duermo... El 34 es especial, es como mi bus turístico particular... y es especial porque a veces me lleva al cielo...