Donde habita el olvido

Esta noche dará comienzo Grec Festival de Barcelona 2008. El Grec propone este año, una programación seleccionada y de calidad, presentada en algunos de los escenarios más emblemáticos de la ciudad. Entre todos, el Teatre Grec es el principal: en este espacio rodeado de jardines tendrán lugar, como siempre, las grandes propuestas del Festival de Barcelona. Pero hay muchos otros escenarios: el CCCB, la Fundació Miró, el MACBA, incluso el Palau de la Música, en el año en que celebra su centenario. Todas estas instituciones se han implicado en el programa, enriqueciendo el Festival con todo tipo de propuestas.

Con el paso de las décadas –y ya van tres- el Grec ha terminado por convertirse en el escenario de un gran consenso; el toda una ciudad que lo espera, cada año, a principios de verano. Pensando en todos, se ha construido una programación que tiene en cuenta todos los gustos: gente joven y gente mayor, clásicos de siempre y propuestas arriesgadas, público esporádico, críticos especializados... En esta edición han querido prestar especial atención al panorama de las artes escénicas en el Reino Unido. Por esta razón han agrupado varios espectáculos bajo el nombre “Panorama UK” que permiten hacerse una idea general de lo que se está produciendo en aquel país.

Yo hace muchos años que fui con Bego a ver un Hamlet un poco raro y un ballet (corrígeme si me equivoco). Hay que aprovechar que Barcelona sea una ciudad tan abierta a la cultura y en especial a las artes escénicas, a las nuevas tendencias de todo tipo. Hay para todos los bolsillos y gustos así que, entrad en http://www.barcelonafestival.com/esp/programa y empezad a escoger vuestras preferencias para este verano... quién no sale de casa, es porque no quiere.

... de estas mini-vacaciones. Por ahora el recuento y valoración salen positivos. Todo empezó el viernes por la noche. Debería haber empezado a las 15.00 como para el el resto de mis compañeros de trabajo. Pero yo me tuve que quedar hasta más de las 19.30 sin ni un solo descanso desde las 9.30 de la mañana. Alicia me recoge y vamos a una cena de chicas que hacía unos seis meses que no veía. Fue bien, como siempre... hay cosas que nunca cambian por mucho tiempo que pase (o eso parece al menos). No muy tarde a dormir que estaba petada y al día siguiente centro con un calor del copón en busca de unos zapatos que sólo existían en mi cabeza... siesta en casa y pal Maremagnum, que es el día de la música y hay que celebrarlo. Y cómo no con Facto Delafé que nunca defraudan... que conciertazo señores (corto si, pero intenso). Me quedo con la imagen del sol escodiéndose por detrás del Tibidabo, con el cielo de color naranja, la brisa marina y un buen rollo generalizado gracias a la música en directo y la cerveza... Después de los conciertos, cenita en el Born (con coulant de regalo incluido) y mojitos en una tarraza... Neus y yo del revés y pal Jamboree... bueno bueno qué bailoteos, qué saltos, qué locas... y nos recogemos pa casa con los pies llenos de pupas. Hoy domingo, cambio de planes previstos y unos bocatas, bikini y pa la Barceloneta!! Ole Ole Ole primer baño del verano!!! (nunca lo había hecho tan tarde creo). Un sol maravilloso, el agua helada, brisita marina... y me quedo con el olor de la piel al volver a casa. Mezcla de crema, arena y sal, no tiene comparación.

Y ésta es la crónica de la mitad de mis mini-vacaciones. Aunque no me haya ido fuera, aunque no tenga cerca a mi niño, aunque no deje de pensar en un teléfono que debe sonar (por mucho que intente no hacerlo)... estoy descansando y disfrutando de mi ciudad, de mi gente y gente nueva, del buen tiempo, de la casa para mi sola... y aún me quedan dos días más. Seguiremos informando. :)

Hoy en el bus, no me preguntéis porqué, pero le he estado dando vueltas a un tema: Echar de menos. No se si alguna vez habéis tenido ese sentimiento, supongo que sí, porque no hace falta tener a una persona muy lejos para echarla de menos ¿verdad? En mi caso no me refería exactamente a este tipo de añoranza, si no a echar de menos a una persona que está lejos, físicamente. Desde hace muchos años he tenido seres muy muy queridos muy lejos de mi. Empezando por mi hermana, que fue la primera persona a la que eché de menos, mucho y durante mucho tiempo. Después, toda mi gente de Valencia: amigos y familia. Y mucho más cuando se fueron más lejos aún de Valencia (la diferencia horaria dificulta las comunicaciones). Desde hace un tiempo le echo de menos a él y posiblemente (no se cuando exactamente), empiece a echar de menos a toda mi gente de Barcelona y mi cuidad, mi casa, mi cama, los sabores de mi cocina... echar de menos es un sentimiento que te acompaña en cada momento del día y no te puedes desprender de él ni un segundo. Sin embargo, cuando tienes seres queridos lejos, lo más importante es que, cuando por unos momentos (unas veces más largos que otros) están cerca, sientas que el tiempo no ha pasado y que no hay distancia física entre vosotros; y echar de menos tampoco consiste en pensar constantemente en esa persona, si no que cuando vives algo, ves, hueles o escuchas algo, sonrías porque ese algo, te recuerde a ella. Hay un dicho: No mires mi foto para acordarte de mi, sino que mi recuerdo te haga mirarla.

Siento esta breve reflexión tan triste, pero hay días en los que parece que los kilómentros se hacen más grandes todavía.

... y no muero en el intento.
Y lo intento porque siento
que cuento con expertos
capaces de cagarla
y morir en el intento.
No nos menospreciemos
No nos menospreciemos

Facto Delafé y Las Flores Azules,
La Fuerza

Cruzar los dedos es una costumbre de origen supersticioso que consiste en cruzar los dedos índice y corazón de la mano. Lo solemos hacer, bien para alejar las desgracias o llamar a la buena suerte. Yo hoy los cruzo para llamar a la buena suerte... Personalmente no me considero supersticiosa ni creyente de este tipo de historias pero bueno, como dicen en Galicia, las Meigas haberalas hailas. Así que mejor cruzar los dedos, por si acaso...Suerte, mucha suerte a todos, porque nunca se sabe y siempre es mejor tenerla de cara no? Eso sí, igual que la inspiración, la suerte te tiene que pillar con "el lápiz" en la mano (Picasso).

En su enorme cama para dos, había un hombre durmiendo, pero no era el que debería estar en ella. Era un hombrecito bastante más pequeño y llorón y seguro que no le subiría el camisón en mitad de la noche. Ella estaba, una vez más, sentada frente a su pantalla dándole a las teclas sin saber muy bien hacia dónde le conducía todo aquello y sin saber muy bien tampoco, porqué lo estaba haciendo. Esa noche, como tantas otras, algún plan que otro hubiera surgido pero, desde hacía tiempo aunque los tuviera, había dejado de aceptarlos. Luna no podía dejar a ese hombre sólo en su cama, era demasiado grande para él y no tenía barrotes.

El hombre que debía estar en su lugar estaba muy lejos de ella y por cosas del destino, una moto en la cuneta le trajo a Hugo. Ahora ya no tenía remedio ni vuelta atrás, había tomado esa decisión y aunque fuera sola, la llevaría adelante. Nadie le pidió permiso ni le preguntó si ella quería hacerlo y ella no se lo cuestionó dos veces. Alguien le había quitado a su hombre pero le había dado a un bebé y tal vez fuera duro; tal vez no, sería muy duro, pero la vida le había propuesto este reto y no iba a rechazarlo.

Luna trabajaba mucho, día y noche. Le apasionaba su trabajo porque era lo único que de verdad sabía hacer. Sus dedos tecleaban sin tregua ni descanso y ella se dejaba llevar, porque su mente no podía parar de contar historias. Se había dedicado a eso desde siempre y no imaginaba su vida de otra forma aunque tal vez, a partir de ahora, debería empezar a hacerlo. Hugo le reclamaría un poco más de tiempo y ahora estaba ella sola para cuidarlo. Lucas se había ido y no sabía cuando iba a regresar. De repente, Luna se había convertido de la noche a la mañana en una inexperta madre soltera, con tanta melancolía como para llenar paredes y con unos dedos más inspirados de lo habitual.

Cada medio minuto aproximadamente, se preguntaba porqué había parado el coche en aquella carretera. Le gustaba conducir de noche por carreteras secundarias, rectas, sin más coches que los perdidos y sin apenas luz. Sus faros y su música le ayudaban a no pensar, necesitaba estar concentrada en el asfalto y sólo miraba las líneas que, en ocasiones, delimitaban el camino. De esta manera, podía descansar porque incluso dormida, no paraba de contar historias una detrás de otra. Sólo así dejaba de pensar…

Incluso dejaba de pensar en Lucas y eso, era lo más difícil de todo. Una carta lo anunció: llevaba años detrás de una expedición en África y al fin se la habían concedido. Al fin o en el peor momento porque había pasado tanto tiempo, que había olvidado sus razones. Pero por supuesto, Luna estaba allí para recordárselas sin pensar un solo momento en ella y en lo grande que sería su cama sin él. Y cuando las enumeró una por una ya no podía arrepentirse de haberlo hecho porque él, ya estaba preparando las maletas...