Donde habita el olvido

Navegando o incluso ultimamente, naufragando por la red, encontré esta curiosa noticia en un Blog de Cine. Se trata Nikolas Ocio, un chico de Vitoria que para poder pagarse su primer corto decidió, hace unos tres años ya, vender libros al módico precio de 5 Euros el Kilo.

Todo empezó hace unos 15 años cuando trabajaba en una cárcel como monitor deportivo. Y sin tener estudios en audiovisuales, ni de cine ni de redacción, escribió el guión de lo que algún día será su primer trabajo en el mundo del cine. Por ahora ya ha conseguido una recaudación de 5.000 € después de tres años recogiendo y vendiendo libros. Pero teniendo en cuenta que producir un proyecto así cuesta unos 30.000 Euros, Nikolas tendrá que vender muchos libros para poder hacer realidad su sueño.

Y todo esto en realidad ocurre porque en España las ayudas para proyectos cinematográficos son mínimas y las que hay, se dan a personas que ya están dentro de este pequeño y cerrado mundillo o para superproducciones que llevarán a España más allá del Atlántico. No hay ayudas para personas con buenas ideas pero sin experiencias, no hay dinero para experimentos ni para potenciar las nuevas ideas y proyectos.

Hay personas que nacen, crecen, viven y mueren en el mismo sitio, sin moverse demasiado o practicamente nada. Rodeadas siempre de la misma gente, de las mismas calles, del mismo entorno. Sus vidas están controladas o al menos aparentemente y saben que hay cosas, lugares y personas que siempre estarán ahí y que nunca les fallarán porque ellos tampoco cambiarán nunca.

Por otro lado, hay personas cuyas vidas están llenas de cambios, de ideas, venidas y traslados. Siempre conociendo gente nueva, buscando un lugar mejor en el que estar, situándose en ese nuevo lugar. Son vidas con muchos altibajos que a veces te dan satisfacciones y otras veces son baches tan hondos de los que a veces les cuesta recuperarse. Y además, cuantos más cambios realizan menos miedo tienen de volver a hacerlo porque ya saben lo que se siente. Es gente sin embargo que, a pesar de las vueltas que dan sus vidas, saben que siempre tendrán personas que por muy lejos que estén o por mucho tiempo que pase, siempre estáran ahí. Y lo más importante, por muchas vueltas que den, nunca pierden de vista el lugar del que partieron y su brújula, siempre les indicará el camino de vuelta casa.

Y no es que hayan personas mejores ni peores ni estilos de vida más correctos que otros. De hecho, seguro que en los dos casos se echa de menos en algún momento algo del otro. Pero en mi vida he conocido personas que su vida nunca cambiará o lo hará muy poco y otras cuya existencia está en contínuo movimiento y sin saber porqué (o sí) me quedo con aquellas que aunque estén muy lejos y nunca sepa muy bien dónde van a parar, siento su cariño tan cerca como si las viera cada día. Mucho más incluso que si las viera cada día...

Quién te lo iba a decir o quién me lo iba a decir a mi hace unos años que ahora tu te volverías a ir y que ya me habría ido. Parece ser que estamos predestinadas a no poder estar más de cierto tiempo juntas. Pero piensa esto: tal vez sólo así somos capaces de desarrollar la telepatía que hay entre nosotras.

Mucha suerte en tu nueva parada y sigue disfrutando como siempre lo has hecho, del camino que estás trazando.

Así se titula el primer single del último album de la extremeña Bebe. Cinco años después de su primer disco, retirada por saturación mediática y sobrepasada por la fama, regresa al panorama musical con un nuevo disco que saldrá a la venta en Junio. La bicha es un adelanto que te puedes descargar en su web si te registras en ella.

Os dejo el video que hay por youtube que aunque no es el original, así podéis escuchar la canción.

Se llaman Loles, Amparito, Marieta y Carmencita, mis compañeras de viaje a partir de ahora y hasta siempre. Hace mucho tiempo que las esperaba y al fin han llegado para quedarse. Se posaron suavemente en mi brazo, sin dolor ni arrepentimiento y las acogí en mi piel para ofrecerles protección y cobijo...

Toda esta pajilla mental para contaros que me he hecho un tatuaje en el brazo derecho. Son cuatro mariposas y estoy encantada con ellas.

Ya véis, de repente los he descubierto. O redescubierto. Nunca les he prestado mucha atención la verdad, pero últimamente en el trabajo los van poniendo y digo, vaya, me gustan. Me gustan mucho... y como normalmente me suele pasar, además de conocer a grandes grupos con años (a veces décadas) de retraso, lo que me toca es hacer una immersión absoluta y escuchar todos los discos (que en ocasiones, como es este el caso, son muchos...) hasta hartarme.

No me podían haber tocado mejores compañeros de viaje. Esa ha sido mi conclusión de hoy. Aunque en realdiad esta conclusión la saqué aqyer por la noche cuando, sin saber muy bien que hacer y cansados pero activos por adrenalina que llena nuestros días aquí, nos pusimos a ver los vídeos que hasta ahora habíamos rodado en la habitación de Fer. No os podéis imaginar lo increiblemente divertido es ver estas tomas falsas ( y no tan falsas porque las buenas están siendo una risa) contigo ahí, que no eres precisamente Demi Moore y a tus compañeros que tampoco lo son, partiendote literalmente el culo de la risa pero sin ningún tipo de vergüenzas. Tú te ríes de tus cagadas el primero y los demás hacen lo mismo con las suyas, revolcándonos por los suelos viéndonos hacer el indio en una iglesia que cerraron para nosotros para poder rodar. En ese momento pensé que si el cielo exitiera, allí no iba a ir por lo que hicimos en esa iglesia. En fín a lo que iba... Tal vez ayudaron los dos porrillos que nos fumamos o la necesidad de relajarnos tras la tensión a la que estamos sometidos pero fue un rato memorable e inolvidable. Las risas retumbaban en las paredes y llorábamos auténticas lágrimas sin un ápice de vergüenza por el ridiculo mostrado en estos vídeos.

Y todo esto fue gracias a que estoy acompañada por personas realmente divertidas, cada una con su caracter, con sus pros y sus contras, con sus tics y sus manías y fobias pero que, ante todo, sabe que somos un equipo y que vamos en una sola dirección. Que ante todo somos profesionales y lo primero es el trabajo y no descansamos hasta que el plan de rodaje del día no se ha cumplido a rajatabla. Si uno pasa un mal día, los demás cuidamos de él y si otro necesita que le suban , ahí estamos para hacerlo. Está siendo un viaje duro, lleno de cosas que nos gustaría hacer y no podemos, de idas y venidas, de sueño y cansancio pero también... de muchas risas, de muchas confesiones, descubrimientos, conocimientos, sorpresas agradables... Qué ganas tengo de colgar alguno de los vídeos y espero que os partáis tanto como nosotros haciéndolo. Esa será, nuestra mayor satisfacción.

Es extraño estar en una isla, completamente rodeado de mar y conduciendo por carreteras que continuamente rodean la costa y no sentirme realmente cerca del mar. Hoy por primera vez he sentido que estaba en medio del mar, en medio de nuestro Mar Mediterráneo cuando por fín, he tocado la arena de la playa y he bañado mis pies con agua salada. Es curioso como aún notando la humadedad de estar cerca del mar y de oler muy a menudo a mar en estos días en Malta, aún no me había dado cuenta de lo importante que será para mi el día de hoy este año.

Ahora, viviendo en Madrid, me daré cuenta de lo que es un verano sin mar, un verano sin arena, un verano sin crema, sin sal, sin playa. Todos los años de mi vida he estado cerca del mar y más o menos a menudo, iba a la playa a refrescarme, a purificarme, a sentirme libre... en Madrid no podré salir de trabajar con el bikini puesto e ir directamente a la barceloneta con un simple pareo y hasta que el sol se escondiera entre Montjuic, estar tumbada en la arena, hablando o escuchando música mientras los rayos del sol penetraban suavemente en mi piel.

Hoy, tras introducir mis piernas hasta las rodillas, con el sol por detrás calentandome la espalda, he mirado hacia el mar y sentido ese momento de infinidad absoluta que se siente ante el gran lago azul. Hoy, tras tumbarme en la arena que quemaba mi cuerpo he olido mi piel con ese aroma único del verano, una extraña mezcla de sal, arena y crema. Y ahora mismo, tras haber pasado más de una hora de esos momentos no me he quitado el mar de la piel. Aún quiero tener en mi, ese último respiro de sal.