Hoy en el bus, no me preguntéis porqué, pero le he estado dando vueltas a un tema: Echar de menos. No se si alguna vez habéis tenido ese sentimiento, supongo que sí, porque no hace falta tener a una persona muy lejos para echarla de menos ¿verdad? En mi caso no me refería exactamente a este tipo de añoranza, si no a echar de menos a una persona que está lejos, físicamente. Desde hace muchos años he tenido seres muy muy queridos muy lejos de mi. Empezando por mi hermana, que fue la primera persona a la que eché de menos, mucho y durante mucho tiempo. Después, toda mi gente de Valencia: amigos y familia. Y mucho más cuando se fueron más lejos aún de Valencia (la diferencia horaria dificulta las comunicaciones). Desde hace un tiempo le echo de menos a él y posiblemente (no se cuando exactamente), empiece a echar de menos a toda mi gente de Barcelona y mi cuidad, mi casa, mi cama, los sabores de mi cocina... echar de menos es un sentimiento que te acompaña en cada momento del día y no te puedes desprender de él ni un segundo. Sin embargo, cuando tienes seres queridos lejos, lo más importante es que, cuando por unos momentos (unas veces más largos que otros) están cerca, sientas que el tiempo no ha pasado y que no hay distancia física entre vosotros; y echar de menos tampoco consiste en pensar constantemente en esa persona, si no que cuando vives algo, ves, hueles o escuchas algo, sonrías porque ese algo, te recuerde a ella. Hay un dicho: No mires mi foto para acordarte de mi, sino que mi recuerdo te haga mirarla.

Siento esta breve reflexión tan triste, pero hay días en los que parece que los kilómentros se hacen más grandes todavía.