Esta mañana, después de descubrir que el mundo no se había terminado, me he despertado pronto con un fresquito muy agradable y he bajado a Gos. Con la llegada del otoño y el viento que ha hecho últimamente, han caído muchas hojas ya secas de los altos plataneros de las calles de mi barrio. Grandes y secas hojas, arrugadas que se acumulan en montones. Era temprano y como es día festivo, no había nadie en la calle ¿Y qué he hecho yo? Pues ponerme a saltar como una loca encima de las montañitas de hojas secas. ¡Qué ruidito tan placentero! Unos cuatos saltos descargando malas energías y he continúado mi paseo canino. Eso sí, con una sonrisa que no me cabía en la cara. He llegado a casa, he hecho café con leche y tostadas (el mejor olor de las mañanas) y me he puesto a trabajar. Un par de horitas y después, de paseo por Barcelona con las mujeres de mi vida (aunque faltaba una). Arc de Triomf, Monumento a Lluís Companys, Sant Pere més Alt, Via Laietana, Argentería, terraza con tapas, Santa María del Mar, El Fosar de les Moreres, Passeig del Borne, Comerç y taxi para casa. Un ratito de siesta y he seguido trabajando. Después, una buena cena con mi buena amiga Nere. Conversación de todo tipo y muchos recuerdos. Al salir del metro, un diluvio ha caído sobre mi, pero yo, en lugar de ponerme bajo los balcones o correr, he caminado despcito, sintiendo la lluvia caer sobre mis hombros, cn mi caja de música a todo volúmen y disfrutano del fresquito nocturno. Y ya ha pasado el dia de fiesta más importante para Catalunya (compitiendo con sant Jordi). Hoy ha sido un día bien diferente al que pasé el año pasado. Con otras personas, medio trabajando, sabiendo que tal vez sea el último 11 de septiembre en Barcelona en mucho tiempo... pero me siento feliz. Esta mañana he saltado encima de un montón de hojas secas de otoño y soy feliz y esta noche he dejado que me llovieran gotas de otoño en la cara... ¿Qué más puedo pedir?