Hacía tiempo que un buen amigo no paraba de decirme que me tenía que llevar a un sitio. Los dos compartimos muchas pasiones y entre ellas, el vino. Él es hijo de la tierra, de ella viene y a ella está atado y a ella le devuelve con su actos y palabras todo lo que le regala. Y además, es hijo de tierra de vinos y tenía mucho que enseñarme. El mundo del vino es uno de los más apasionantes que existen y reconozco que no se tanto de él como me gustaría. Me gusta saborear un buen vino pero más, compartirlo. Conversaciones tan interesantes que desearías que no terminaran... con pocas personas suelo conectar de esta manera. Los dos lo sabíamos pero esa tare/noche lo confirmamos. Sabíamos mucho el uno del otro pero en realidad no sabíamos nada y en unas pocas horas descubrimos más el uno de el otro que en tres años. Estas cosas merecen un brindis... Sobre el vino y sobre la vida; el amor y la amistad; el pasado, el futuro, el presente, los proyectos y sueños... con un vino delicoso (que después me llevé a casa, Gracias!) con un sabor de intensa cereza y un color tan oscuro que casi ni se apreciaba el burdeos. Nunca había probado un vino igual ni había aprendido tanto de vinos en tan poco tiempo. Ya sabes Toni, a la próxima invito yo. En Barcelona o donde sea... que la vida es muy corta y hay que aprovecharla... Salut!