Ayer, paseando por el solete a Gos e intentando que mi piel pillara algo de color, me di cuenta que en los arbolitos del paseo ya están empezando a salir pequeñas hojitas de un color muy verde precioso. Son pequeñitos brotes que se dejan ver entre las ramas grises, secas y tristes de los árboles dormidos por el frío invierno. Una sensación de inmensa alegría me invadió todo el cuerpo y una sonrisa se dejó ver en mi cara. Así es como en la mayoría de los sitios, nos damos cuenta de que ha llegado la primavera. En la mayoría, menos en Valencia.

En mi ciudad, se sabe que ha llegado la primavera por el olor, por el olor a pólvora. Estos días Valencia es un auténtico hervidero de gente, música, calor y color. Los coches desaparecen y la gente invade las calles (muchos entenderéis ahora mi manía por caminar por en medio de la calle) y el sol lo ilumina todo. Todo tiene otro color... no hay nada mejor como levantarse (o no...) y desayunar buñuelos de calabaza con gafas de sol y voz ronca (o sin voz). Y con poca ropa te vas para el centro a ver alguna falla y a las 14:00 en punto, la Mascletá en la Plaza del Ayuntamiento. No existe una sensación igual en el mundo como escuchar una mascletá. Te retumba todo el cuerpo y en el pecho se te pone un nudo que no se deshace hasta que no termina el ensordecedor ruido. Y ese olor... es un olor que sólo a los que lo hemos vivido tan de cerca nos apasiona. Cuando era pequeña, la mascletá de la falla de mi calle la hacían delante de mi casa y abríamos las ventanas para que entrara el humo... sí lo se, un poco freak pero hay que vivirlo. Durante el día la gente está alegre y caminamos durante horas casi sin notarlo. Dicen que los valencianos tenemos la extraña manía de ir a todas partes caminado... detrás de cualquier esquina te puedes encontrar una calle cortada por una falla o un pasacalles... la música es la de las bandas y charangas que van tocando alegremente mientras las falleras y falleros desfilan con sus trajes regionales. Y por la noche más o menos lo mismo. Botellones en cualquier parque o portal, verbenas, paellas en medio de la calle hechas a leña para el resopón, conciertos y fiestas por cualquier parte... y al día siguiente lo mismo: gafas de sol, blusón, pañuelo, buñuelos y ale, a correr!!

Hace dos años que no voy para Fallas y sólo lo he echado de menos cuando he notado que aquí, nunca huele a pólvora