El movimiento es inherente al ser humano desde el momento en que se engendra hasta que llega a su fín. De movimientos hay muchos, desde el primer movimiento, la movimiento aparente, el armónico, el autónomo, el bíblico, contínuo, de aumento, de tierras, de translación, diurno, ecuménico, inducido, literario, feminista, social, natural, preiodico, primario, vibratorio, violento, oscilatorio,...La danza es mucho más que una palabra.
La danza es una disciplina que nos inculca respeto. Respeto a los compañeros, a nuestro trabajo, a nuestros valores, al entorno, nos hace volorar la autoestima... Cada uno tiene su danza, sólo tenemos que descubrir nuestro propio movimiento.
La danza es la expresión corporal humana más preciosa que existe. Con música o sin ella, bailar es puro impulso. Deja que el ritmo penetre en tus oídos y active la necesidad de empezar a moverte. Un hormigueo recorre tu cuerpo y necesitas expresar lo que sientes por cada poro de tu cuerpo. Arte en movimiento... Respiras profundamente, el corazón se acelera y notas como el mundo desaparece y estás tú, con tan sólo las herramientas de tus piernas y tus brazos que te ayudan eliminar la furia que llevas dentro. Dos, tres, cuatro... lento lento, rápido, rápido, lento...cinco, seis, siete y ocho... nadie puede molestarte porque ya estás fuera. El espacio ha desaparecido. Escalofríos recorren tu cuerpo desde los pies hasta la cabeza y no puedes parar. Incoherente, rota, arítmica, descoordinada y descontrolada. Te comunicas, expresas, sientes, sufres... en el metro, en clase, en el trabajo, caminando, en un café, en una tienda... todo es movimiento, todo es danza. Ritmos rápidos, ritmos lentos, ágiles y atormentados, intensos y sin alma... cada cual lleva su ritmo, que hace que su danza de la vida, sea diferente a todas las demás.