No tenía muy claro cuanto tiempo había pasado pero estaba todo muy oscuro. La noche había caído y su cabeza era un muro en el que golpeaban millones de martillos. El silencio y el frío lo inundaban todo y la televisión que ella recordaba haber dejado encendida, ahora estaba apagada. No le dio importancia. Le dolía todo el cuerpo. Llevaba meses pensando en cambiar el sofá pues era bastante incómodo. También había pensando en arreglarlo. Barajó la posibilidad de coger uno de la calle o de gastarse el dinero suficiente en comprase uno muy bueno y que durara. Pero como siempre, todas estas posibilidades se quedaron en eso, porque aún sigue con el mismo sofá viejo e incómodo de siempre.