Intentas controlarlo pero es más rápido que tu y mucho más listo. Él siempre va unos pasos por delante de ti y cuando crees que le has alcanzado, aprieta el paso y ya vuelve a ir más rápido de lo que tu nunca podrás ir jamás. Es una carrera perdida antes de habera comenzado.

El tiempo es algo inmaterial, incalculable, intocable y supongo, subjetivo a las culturas. Podemos pensar que por tener un reloj o un calendario con fechas señaladas, somos dueños del tiempo. Pero no. El tiempo es dueño de nosotros mismos o al menos, en muchas ocasiones de la vida lo es así.

Nos somote a su voluntad y nos hace subirnos a un tren que va muy deprisa y en ocasiones, nos impide disfrutar de ese paisaje precioso por el que atravesamos. Y como cada uno se sube a un tren, muchas veces el tuyo más rápido que los demás y les pierdes de vista. O al menos, no alcanzas a verles por mucho que lo intentes.

Sin embargo, creo que no podemos dejarnos llevar por esa borágine y de vez en cuando debemos plantarle cara a ese demonio feroz e implacable porque... ¿de qué vale ir tan rápido si vas tu sólo en ese tren? ¿De qué nos sirve pasar por muchos lugares si no podemos detenernos en ellos? Pero sobre todo ¿de qué sirve correr cuando no vas a ningún sitio y nadie te espera allí?

Siento si mi tren va tan deprisa. Prometo plantarle cara al tiempo.

Comments (2)

On 9:50 p. m. , Marta dijo...

yo también lo intento pero de vez en cuando se me olvida y me rindo al ritmo frenético de la ciudad... mira mi post de hoy ;-)

 
On 10:41 a. m. , lorenzo_sinergia sostenible dijo...

El gran problema del tiempo es que en realidad no existe y todo es un producto de nuestra imaginación. Y como bien apuntas, al final, qué sentido tiene ir a la carrera si a tu lado no hay nadie para compartirla.

Mientras todo sea para ayer mal vamos!

Felicidades por el blog!