Me levanto, voy al baño y enciendo el ordenador aún con las legañas pegadas a los ojos. Abro mi correo personal, el correo del trabajo, mi blog, mi facebook, mi twitter, y mi google reader para leer loq ue ha ocurrido en los blogs a los que estoy suscrita. Abro El pais, La Vanguardia y el 20 minutos. Y todo esto sin haber llegado al trabajo. Cando llego, esta es mi rutina aproximadamente cada día incluyendo algunos fines de semana. Lo único que me falta y que estoy intentando evitar es tener un movil con internet (perdón, lo tengo pero no lo uso) para estar todo el día conectada al mundo. Y sí, esta ha sido mi decisión pero hay momentos en los que la mente hace ploff. Es cuando se produce el apagón digital.

Últimamente en la tele no paran de decir que en mayo de este año que ya se acerca 2010 se producirá el tanto anunciado apagón analógico. Pues bien, a mi me ha pasado lo contrario y me he planificado un apagón digital navideño para poder dejar de ver la vida y el mundo a través de una pantalla para ver, tocar, oir, oler y sentir a las personas que tengo cerca y normalmente sólo puedo tener de forma virtual. Pasear por las calles de mi Barcelona, de mi Sant Andreu... Para muchas personas conectarse a internet es un divertimento, un hobbie, una forma de pasar el rato. Para mi, como es este mismo momento que estoy escribiendo en mi blog, sí lo es. Pero normalmente no lo es y necesitaba desconectar del trabajo y todo lo relacionado con él (a pesar de que me encanta): ordenadores, internet, gente virtual, etc.

Sin embargo y como véis, han pasado cinco días y ya no podía más. He entrado en el correo del trabajo y en todo lo demás... soy un caso imposible.