No gritó sorpresa ni nada parecido. Se acercó sigiloso, entre la gente, flotando por el aire para acercarse hacia donde yo estaba. Se agachó y me dijo al oído: "Cómo me lo iba perder, pequeña...".
Gracias. Gracias por la sorpresa, por el viaje, por venir y por cuidarme, por compartir y por llevarme.

Comments (2)

On 12:30 a. m. , Anónimo dijo...

Ains... qué bonito! si es que en el fondo todos tenemos nuestro corazoncito y nos ponen ñoños estas pequeñas tonterías. Yo también me doy autosorpresas. Sorpresa! un bolso nuevo. Sorpresa! un anillo. Sorpresa! unas botas nuevas. Porque a mi también me gusta autocuidarme, y aunque yo no escuche canciones ñoñas, mi monedero también tiene corazón.
Besitos pequeña! nos vemos pronto!

 
On 9:02 a. m. , Norma dijo...

Tu tranki que cuando esté x allí ya me encargaré yo de darte sorpresas... aunque eso sí, de las de monedero pobre eh?? pero las emocionales, las que cuestan poco pero valen mucho, normalmente son las mejores... a lo mejor tu monedero me lo agradece porque no tiene que ir dándote sorpresas de vez en cuando no? jajjajaja
Un besazo Laurix!!
Tengo ganas de verte...