¿Quién dijo que sin playa no se podía disfrutar del sol? Uno de mis temores al decidir venirme a vivir a Madrid éra que no podría tomar el sol al no haber playa. Me encanta achicharrarme literalmente bajo el sol, notando como arde mi piel, mis poros se dilatan y sobre todo, entrar en el agua del mar fresquita y notar el cambio repentino de temperatura lo que hace que parezca más fría todavía. Y después, cambio de lado... con el ipod resonando en mis oídos o disfrutar de la brisa marina y el va y ven de las olas y quedarme medio dormida con la melodía del mar. Lo echo de menos, pero aún es pronto. Más lo echaré dentro de unos meses...

Pero he descubierto que en Madrid, tan lejos del mar, también se puede disfrutar de un día tumbado achicharrándote al sol como si estuvieras en la playa y en pleno més de Marzo. ¿Cómo? Pues en el retiro, siendo una sinvergüenza como yo y un poco perroflauta también. Unos pareos o una manta te hacen de tolla y grandes zonas de cesped con claros de sol hacen de arena. Unas cervecitas frías (unas cuantas), unas patatas fritas de bolsa, un par de periódicos y una guitarra amenizan la jornada junto con buena compañía. Y miras hacia arriba y un azul claro intenso contrasta con el suave verde de las hojas que van naciendo con la primavera. Y miras a un lado y encuentras padres con niños pequeños y al otro lado, gente haciendo yoga, capoeira o malabarismos... y todos felices, con poca ropa para absorber los rayos de este sano sol de primavera.

Este año la primavera y el verano podrán ser diferentes a los anteriores pero serán más garrapateros que nunca. Bienvenida amiga primavera, tras este duro y frío invierno.