Estos días en Barcelona me han hecho ver lo bonita que es la luz mediterránea de la que cuando estaba allí, no era tan consciente. En ocasiones desgraciadamente sólo sabemos apreciar las cosas desde la distancia o cuando ya no las tenemos. En Madrid puede hacer días muy buenos con sol, con brisita incluso, con un cielo azul radiante... pero jamás será la luz que tiene el Mediterráneo. Aunque Barcelona sea una ciudad llena de coches, de edificios altos y contaminación, hay algo que la ilumina y que la hace diferente. Me gusta vivir en Madrid y la vida que allí tengo, fue mi elección y me siento muy orgullosa de ello pero siempre hay algo dentro de mi que me dice que vuelva, que me pide que algún día, venga para quedarme. Para eso aún queda mucho pero no me imagino toda mi vida sin esta luz ni fuera de mi ciudad. Porque toda la vida, es demasiado tiempo. Ahora ya de vuelta otra vez en Madrid pienso en esa tarde de playa con Alicia que pude tener, en el chiringuito del Bogatell por la noche, en una luna ensangrentada, en las terracitas del passeig con unas cañitas...